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Foto del escritorLa Cafetería de Javier Cebreiros

Maruchi Rodríguez: «Emprender en el rural es darle valor al patrimonio que otros construyeron»

Hace casi diez años, en un evento, alguien sacó una foto maravillosa que, quién me lo iba a decir, ganaría sentido con el tiempo. En ella, salgo hablando brevemente con una persona desconocida para mí en aquel momento que, sin saberlo, iba a ser una de las que más me influiría en la forma de entender la vida. Ella era Maruchi Rodríguez (Vigo, 1988) y, por suerte para mí, después de ese encuentro fugaz, vinieron otros tantos en un rincón único de nuestra tierra: Sende.


En ese tiempo, junto con el genial Edo Sadikovic (en el enlace puedes leer su parte de la entrevista) habían comprado una casa en Senderiz, una aldea de veinte habitantes, con el fin de atraer a Galicia a creadoras y emprendedores de todo el mundo.


/ Aquí puedes ver o escuchar la entrevista completa a ambos.

Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Fotografías / Ricardo Lede / 2023


Como te podrás imaginar, sonaba entre utópico y difícil de creer. Quienes apreciamos el valor de nuestro rural soñamos con iniciativas como esta, pero, como algo subliminal, un pensamiento pesimista estaba sobre mi cabeza: ¿quién va a ir a trabajar una aldea ourensana sin internet y sin transporte?, ¿quién va a pagar por ello?


Una única visita, un simple café con esta pareja y, de repente, no solo uno empieza a creer que están haciendo algo grande, sino que están creando algo nuevo.


Diez años después, está considerado uno de los mejores colivings del mundo y precursor de todo un movimiento en Europa. Por Sende han pasado más 4.000 personas, de 60 países, creativos de todo tipo, emprendedoras de empresas como Netflix, Marvel o Google entre otras tantas. Este año, sin ir más, lejos, 400 personas se han quedado en lista de espera.

 

La pregunta que aún a día de hoy me hago sin parar es: ¿son estas dos personas visionarias o estamos las demás ciegas?


Desde el rural crean un cambio que no busca llevar la ciudad al rural, sino lo contrario, llevar un poco de nuestro rural por el mundo y la gran ciudad. Hoy, abrimos las puertas de «La Cafetería» a dos personas, Maruchi y Edo, que vieron claro el valor de lo que tenemos, de la gente que vive aquí, de sus aprendizajes y de lo que podemos lograr a través de una comunidad.

/ Si lo prefieres, puedes ver la entrevista o escuchar la conversación completa con ambos.

 

JC: En mi última visita, aquí había un chico de Australia a quien pude preguntar: «¿alguna vez habías estado en Galicia?» Su respuesta fue negativa; a lo que proseguí: ¿En España? - Tampoco. De toda la península ibérica este australiano solamente había conocido Sende.


Sería genial preguntaros cómo habéis conseguido que alguien venga de tan lejos, pero hay otra que me parece más importante: ¿cómo hay dos personas que, en 2013, vieron en esta aldea gallega de 20 habitantes el futuro?


ES: Yo creo que fue porque esta persona es el tipo de persona que queríamos atraer. Sende fue creado para exploradores, para viajeros, para personas que se mueven y que buscan algo diferente.


Maruchi Rodríguez y Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»
 

Creo que es muy fácil atraer personas a Barcelona, haces un sitio bonito, abres la puerta y alguien va a entrar; pero es difícil traer gente a una aldea de 20 habitantes, en Galicia, que no conoce casi nadie.


Creo que esas personas vinieron, no solo porque lo comunicamos de otra manera, sino porque creamos algo con el fin de inspirar a todo el mundo que llega aquí.


JC: Maruchi, hay un día en que transformáis un entorno familiar en esto, ¿cuál es el clic?, ¿cómo pudisteis saber que aquí había algo que la gente iba a saber valorar?


Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

MR: Yo no sé si el fin era que lo valorasen. Nosotros queríamos crear una casa mundial para traer a todas las amistades que habíamos conocido en nuestras aventuras y nuestros viajes. De repente, un día, alguien de Australia te conoce por Internet y llega de tan lejos a nuestra casa, a un entorno tan familiar porque quiere conocerlo. Sea de Australia, de Madrid o de Ourense, es fascinante.


ES: Creo que la idea era crear un sitio sin competencia, no con el fin de ser el mejor del mundo, sino porque la competencia muchas veces genera conflicto. Nosotros hemos creado un sitio único para nuestros estándares, buscando crear un proyecto donde nosotros quisiéramos vivir.

 

La idea de crear algo donde no tienes competencia con negocios parecidos de todo el mundo es útil para no gastar energía en pensar cómo vamos a ser mejores, tener más likes o ganar más.


Hemos creado un sitio donde no tenemos que ganar nada, solo tenemos que crear algo único donde disfrutemos; y creo que eso es lo que atrae a la gente.


Visualiza el vídeo del encuentro aquí

JC: Claro, pero ¿cómo se llega a estar considerado como uno de los mejores colivings del mundo por esa experiencia única de la que habláis cuando, en 2013, aquí solo había una casa abandonada?


MR: Yo creo que las expectativas eran muy pocas, nosotros queríamos tener un sitio, tener una base donde poder juntar a gente magnífica y con la que poder hacer más proyectos en conjunto, entonces sabíamos que si Sende no resultaba ser el proyecto que nos llevase a tener este estilo de vida o el proyecto que nos diese esa continuidad, íbamos a tener otros proyectos.


Por ejemplo, tú fuiste una de las primeras personas que vino aquí, estuvo aquí, durmió aquí y de ahí salieron cosas. Entonces, si Sende no resultaba como coworking o coliving, iba a ser una base de creatividad, de inspiración y de estar todos en familia.


JC: Mira dónde estáis ahora, han venido personas por aquí ¿de cuántos países?

 

De más de 50 países. Hemos creado un sitio en Sende donde no hay reglas, o solo hay una regla y es que solo pueden venir personas que trabajen en algo.


Maruchi Rodríguez y Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

ES: No es una casa de turismo, no es una casa rural, es un sitio donde viene gente que hace cosas para su empresa, para su proyecto personal, alguien que escribe un libro, alguien que está creando algo, un artista, un programador... son personas que hacen cosas.


Yo creo que, al final, el mundo crece, y tenemos estas cámaras aquí, por la gente que hace cosas. La gente que no quería estar parada en casa, la que quiere mover un poco su mundo, la que inventa cosas, la que las cambia... nuestra idea siempre fue traerla, traer a personas que trabajan en algo.


Cuando nos escriben y dicen: «somos una familia, queremos descansar», no; les mandamos a la casa más próxima, en otro pueblo, porque ahí pueden venir y relajarse; aquí las personas vienen para hacer cosas, para crear cosas. Ese es el propósito último, incluso de los seres humanos, crear. Este es un sitio donde podemos pensar, podemos crear, pero también podemos descansar. Todo gira alrededor de la creación.


JC: Me fascina lo simple y fácil que ahora decís todo, pero yo vuelvo a destacar que supisteis valorarlo en su momento, ¿cómo se atrae gente de todas partes de Galicia, España y el planeta a una aldea rural de 20 habitantes, sin internet, para hacer cosas?


Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

MR: Nosotros nos conocimos en un entorno rural en el que, en una semana, surgían cosas interesantísimas y queríamos seguir manteniendo eso más tiempo. Queríamos que otra gente pudiese experimentar también este entorno y generase este tipo de conexiones.

 

De ahí surge la idea de crear una base en el rural y darle valor a todo el patrimonio que ya hay, un patrimonio que otros construyeron, que nosotros solo podemos seguir creando gracias a lo que ya había.


Para mí, esa fue la clave de volver a Galicia, de estar en un entorno rural, de acercar el rural a la gente, porque aquí las cosas pasan con un ritmo más lento, y quizás por eso pasan muchas cosas.


Edo lo dice muchas veces, aquí no tienes las distracciones que tienes en grandes ciudades, esos pequeños micro estreses. Aquí tienes tiempo para compartir, no tienes otros sitios que te distraigan como un bar, una discoteca, una tienda o un centro comercial. Aquí la vida se hace en conjunto; si quieres organizar un cine, lo organizas, pero lo haces para todo el mundo.


ES: Siempre decimos que estamos aquí debajo de la misma luz, debajo de la luz del proyector de la película, la luz de la hoguera o la luz de la cena. Si hubiésemos construido el mismo coliving en Madrid, donde hay millones de luces, cada uno estaría en su sitio, y lo que une un coliving es la comunidad.


Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Si hubiésemos montado Sende en Madrid probablemente hubiésemos fracasado, porque no tendríamos dinero para seguir, tendríamos mucha competencia y mucha gente lo copiaría. En la ciudad, si hay una peluquería y funciona, en nada habrá diez peluquerías, aquí no. Aquí teníamos toda la libertad que da no competir con otros, no mirar a otros y establecer nuestras propias reglas.


Intentamos no ir a conferencias de coworking o coliving, no participar en sitios incluso donde esté la gente de la misma industria porque sentimos que puede cambiarnos un poco la mente. Nos gusta más inspirarnos en museos y traer algo aquí; estar con gente de producción o con chefs de cocina. Aprender de ellos para traer aquí lo aprendido. Sin ir más lejos, la forma en la que los chefs optimizaban la cocina, la trajimos al coworking para que todo fuese lógico y tuviese un sitio.


Como dice Maruchi, la ciudad es distracción y esto es al revés. Yo creo que también por eso viene la gente aquí.


El otro día Shasha, una chica que está aquí ahora, decía que el primer día que bajó por esas escaleras, le preguntaron su nombre y acto seguido la invitaron a ir a la poza del pueblo.

 

Aquí, la primera pregunta no suele ser ¿de dónde eres?, ¿dónde trabajas? o ¿cuánto dinero ganas?


Hoy vamos a cenar treinta personas juntas, cada una viene de una realidad, cada una con un salario diferente, pero vamos a estar todas igual vestidas hablando de temas diferentes; eso es increíble.


Sende en «La Cafetería de Javier Cebreiros»
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Donde yo nací, en Prijepolje (Serbia), casi cada día a las siete de la tarde jugábamos juntos al fútbol un mafioso italiano, un médico reconocido, un estudiante o un amigo fontanero. Jugando todos éramos iguales; nos respetábamos y disfrutábamos del fútbol, aquí pasa un poco lo mismo.


Si aquí vienese Obama, le miraríamos durante dos o tres días, pero al tercer día Obama tendría que cocinar también. Aquí, todos cocinan cuando vienen, creo que eso es Sende. Es algo que se siente, no hay una regla que diga que tienes que cocinar, pero si tú ves que nosotros dos hoy preparamos una comida buenísima, mañana vas a querer cocinar porque quieres devolver ese favor.

 

Sende funciona así: dar y recibir. De ese modo, casi todo funciona solo.


JC: Una de las cosas más interesantes de esto, precisamente, es la demostración de que existen otras formas de entender el trabajo y la vida; o al menos otros ritmos. ¿Creéis que sabemos vivir en comunidad?


MR: Es muy complicado vivir en comunidad, Sende surge con esa idea de generar una comunidad que cada vez sea más grande y más bonita; pero surge con la idea de generarla, porque se está perdiendo.

 

Cuando estuve en Argentina viviendo, los argentinos me preguntaban: «En Europa, ¿qué compartís?», ellos comparten el mate. Yo les decía: «la verdad es que me has pillado. Nosotros no compartimos; cada uno tenemos nuestra bebida, nuestro coche y hacemos nuestras vidas».


Maruchi Rodríguez y Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Buscamos recuperar un poco eso, traerlos al rural, donde la vida era siempre en comunidad, porque aquí la vida era hoy levantar tu campo de patatas, mañana el mío y para la semana era el de la señora Dolores.


Traerlos aquí sí ayuda, no solo a generar esa comunidad, sino a mantenerla en el tiempo. La gente que se conoce aquí mantiene siempre la amistad.


Igualmente, mantenemos las estancias de un mes de duración para que no surjan conflictos; muchas veces, a partir de ese mes, nos empezamos a acomodar o nos da pereza cocinar. En un mes, das tu mejor versión y te quedan ganas de volver.


JC: Pero vosotros sí que vivís aquí.


ES: Nos gusta mucho trabajar en el conflicto y la resolución de conflictos. Tratar los conflictos es muy importante para crear una comunidad sana. Tenemos la limitación de que la gente se quede aquí un mes, porque con más de un mes se crea un «gran hermano». Hay gente que se queda más tiempo, pero igualmente debe cambiar el resto del grupo; es lo que aprendimos. Nuestra experiencia es que más de un mes con el mismo grupo, no funciona. Si funcionase, tendríamos muchas comunidades por el mundo, muchas utopías y todas las personas viviríamos en una aldea feliz.

 

Hay muchas buenas intenciones y aldeas donde se intenta hacer, pero creo que no existe una comunidad sin conflictos porque el conflicto también es parte del ser humano.


Sende en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: Para mí, hacéis un bien social. Una cosa que siento aquí es que, no se trata de que la ciudad viniese al rural, sino que estáis llevando el rural por el planeta. Creo que demostráis que se puede llevar otro ritmo en la vida sin que eso tenga que ver con el crecimiento o la profesionalidad, ¿qué nos pasa?


MR: Yo creo que hay mucha gente que nunca tuvo la experiencia de vivir en el rural, ni de nacer en el rural, ni siquiera de pasar los fines de semana por el rural; creo que esa es la misión de Sende, acercarlo a la gente que vive todo el año en una gran ciudad y que quiere tener una experiencia un poquito diferente.

 

Antes o después, es importante que pongamos los pies en la tierra y bajemos a la realidad del rural, de la huerta y de la gente mayor.


ES: La gente empezó a vivir en las ciudades por cosas prácticas, por necesidad, porque había trabajo y tenían todo en la ciudad; la propia dificultad de transporte hacía más fácil poder conseguirlo todo en un mismo sitio. Ahora, todo cambia por internet y nosotros estamos empezando esta revolución ya que, con internet, podemos trabajar igual que alguien de San Francisco, Vigo o Madrid, exactamente el mismo trabajo.

 

Aquí hay gente que trabaja para Australia, desde Senderiz; eso hace diez años era casi imposible, no había internet.


Muchas veces pienso en la gente que vino aquí por primera vez, ¿cómo vinieron? Esta vista era igual hace trescientos años y, a lo mejor, vinieron aquí y les gustó lo que hoy nos gusta a nosotros. Antes ellos podían decir: «aquí hay agua del monte, aquí puedo poner mis cabras, mis vacas, puedo tener huerta, pues es un sitio ideal». Luego, la industria lo cambia todo y todas las personas se mueven a las ciudades. Ahora, después de trescientos años, nosotros lo vemos con los mismos ojos con los que ellos lo vieron tantos años atrás, solo que ahora tenemos una antena de internet y eso lo que cambió todo ya que, sin esa antena de internet, a lo mejor también nosotros tendríamos que cuidar animales como antes.

Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: Claro, pero esa antena de internet la tiene mucha gente que no viene al rural, ¿qué es lo que pasa?


ES: Pues yo creo que, poco a poco, la gente lista sí que va a venir al pueblo, a la aldea (risas). Antes, leías que un escritor después de alcanzar la fama se compraba una casa en la aldea o que allí encontraba la inspiración.

 

Nosotros no éramos ricos como para tener una vida en la ciudad y luego una en la aldea por lo que dijimos: vamos a empezar al revés. Vamos a crear una vida en la aldea y a ver qué pasa.


Ahora hemos creado algo aquí y creo que es porque somos personas que no paran. Puede que algún día no tengamos que pensar en el dinero, pero nunca vamos a dejar de trabajar porque somos personas activas que buscan cambiar algo. Eso es lo que nos mueve, la creación. Trabajo y creación.


JC: ¿Cómo se encuentra el valor para dar ese salto? Antes me decías que tus padres en un momento no sabían si te habías vuelto loca.


MR: Claro, éramos muy jóvenes y pensábamos que, o saltábamos en ese momento o nos meteríamos en la rutina de ser un trabajador en busca de la comodidad. Los dos tenemos una mente emprendedora y fue así como nos compramos las dos primeras casitas, pensando: «si sale mal, una para ti y una para mí».


Maruchi Rodríguez y Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»
 

Teníamos veinticinco años cuando empezamos y claro, compramos casas muy baratas; muy baratas es como el alquiler de un mes de Londres o, ahora, casi en Madrid. Después, eso sí, mucho trabajo.


Visualiza el vídeo del encuentro aquí

JC: Ahí está, no es imposible. Uno de los puntos más disruptivos es que demostráis que es posible llegar a una forma de vida diferente. ¿Hay que estar loco, tenerlo o se puede desarrollar?


MR: A veces, tienes que tener la persona que te siga esa locura. Rodearte y saber rodearte de esas personas. Yo creo que de nosotros dos, ninguno decía «no se puede» o «tenemos poco dinero», sino: ¡vamos a hacer algo con este dinero!

 

Nuestra mente funciona más como «tenemos esto, a ver qué se puede construir», que como «no podemos construir eso porque nos falta una pieza».


Maruchi Rodríguez y Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

ES: Vamos a ver qué se puede hacer, es un proceso que, en el futuro, a lo mejor nos permite comprar esa pieza, pero ahora vamos a construir lo mismo sin esa pieza. Todo aquí fue construido de esa forma, Sende fue construido poco a poco.


Ahora, si me preguntas cuánto valió construir todo y si empezaría igual, pues te diría que nunca íbamos a conseguir ese dinero, pero lo hicimos poco a poco. Primera casa, segunda casa, tercera casa, espacio coworking, jardín… todo poco a poco.

 

Lo bueno de empezar algo que no existe en el mundo, es que no te da miedo fracasar, porque no hay nadie que te pueda decir: eso no se hace así.


Hicimos todo con nuestras reglas y yo creo que todo fue todo basado en experimentos. Sende es un experimento en el que valoramos mucho la imperfección; si fuésemos perfeccionistas, hoy no tendríamos nada y vosotros no estaríais aquí.

 

Todo lo que veis, está imperfecto; pero es que tenemos que vivir con la imperfección. Si queremos crear algo que funcione porque la gente lo necesita, nuestra regla es que tiene que ser imperfecto, porque cuando algo es imperfecto se puede mejorar, la perfección solo existe en nuestras cabezas.


Sende en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Es imposible llegar a un punto en el que algo sea perfecto para todo el mundo, es más sencillo crear algo que funciona, que ya da una función, aunque al principio sea feo, y luego probar si es más bonito amarillo, más funcional si le ponemos otro botón, o más práctico si lo movemos. Eso es el emprendimiento, nada más. Es simple. Es trabajar, cambiar y vivir en paz con el proceso.


 

/ Especial Maruchi Rodríguez / Entrevista individual / Lee la de Edo Sadikovic aquí.

 

MR: Conozco a Edo en Serbia, en 2012, y de ahí el resto. Una sincronía muy buena porque teníamos las mismas inquietudes. Creo que los dos tenemos una mentalidad emprendedora y yo buscaba un compañero de vida que me siguiese los pasos.


JC: Esa comunión se respira, pero cuando él llega a Sende, ni siquiera hablaba español.


MR: Se adaptó muy bien al medio rural, fue un reto y fue guay. Nos conocimos en un sitio rural y esto era lo que encajaba en nuestras vidas.


Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: ¿Y el futuro? A veces, parece que aquí hay una forma de vida para esta etapa vital, pero con cincuenta, sesenta o setenta, ¿cómo te lo imaginas?

 

Yo creo que creamos Sende con ese objetivo, el de envejecer rodeados de gente con una calidad de vida basada en hacer las cosas en comunidad, en conjunto.


MR: Podía estar muy bien cuando teníamos veinticinco, pero creo que puede estar más guay cuando tengamos setenta.


Ahora tienes una vitalidad y una agilidad como para coger el coche e irte a Ourense para hacer cosas, pero dentro de treinta y cinco años igual lo que te apetece es estar aquí rodeada de gente y hacer macramé, yo me veo así; me veo envejeciendo, pero no en soledad.


JC: Tú dices una cosa muy bonita, que no sabes qué vas a hacer cuándo no estén tus señoras aquí, es como un legado que nos dejan y del que aprender, ¿verdad?

 

Cuando llegamos aquí la gente del pueblo nos acogió tan bien y se hizo querer tanto que nos permitió aprender mucho de ellas.


MR: Verlas es mi día a día, preguntarle cosas; nos hacemos mucha compañía. Con el paso de los años, sabía que era lo más difícil que nos iba a pasar y nos está pasando ahora, que la gente o se va a una residencia o fallece. Es complicado, muy duro.


Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: ¿Qué es lo que más has aprendido de esta forma de vida?


MR: Quizás eso, que ese legado que ellas construyeron no se olvide ni se pierda. Que si algunas casas se cierran, por lo menos haya vida en otras; que si ya no se cultivaba como antes, se siga cultivando. Que se siga manteniendo vivo el pueblo; es complicado, pero lo intentamos.


JC: Me parece precioso.


MR: A mí me parece precioso la gente que se crio aquí y que crio a siete hijos.

 

Ahora estamos con tantas comodidades que, a veces, nos olvidamos de todo esto.


JC: Antes hablábamos de lo de vivir en comunidad, aquí se respira otra cultura que antes decía que se está olvidando, pero tú eres capaz de conseguirlo, ¿cómo se hace para que veinte personas nos sintamos así?


MR: A veces te sale un poco innato; mi base es la empatía, siempre. Tú tienes que recibir a alguien como te gustaría que te recibiesen a ti cuando llegas a algún sitio o, mejor dicho, hacer las cosas de la forma que esté mejor para los demás. Eso al final se contagia, eso es lo guay.


JC: En la cena había como treinta personas. Es verdad que hay una parte inspiradora e idílica, pero organizar esto, el día a día de la logística, es complicado. ¿Cómo lleváis esto? Porque es mucho trabajo.


MR: Mucha gente me pregunta: «¿tú solo te dedicas a Sende?», sí, creo que me llega. Toda la logística que conlleva, tener todo al día, tener todos los espacios funcionando. Son treinta personas cenando, comiendo y desayunando. Procuramos tener cosas de la huerta, pero tenemos que ir a la compra y es un trabajo de logística importante.

Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: ¿La forma de organizar las cenas ha sido creatividad para solucionar un problema o una idea para mejorar la comunidad?


MR: Yo creo que lo bonito es esa interculturalidad de que la gente cocine y te ofrezca lo mejor, muchas veces cocino yo, pero normalmente nos repartimos. Cada día cocinan dos o tres personas, una es el chef o la chef que da la receta, y dos ayudan. Luego nos juntamos en esas mesas gigantes a probar cosas diferentes en cada cena.


JC: Las últimas personas con las que hablé de Sende, recordaban con mucho cariño las cenas, pero también el sentido de contribución a la comunidad.


MR: Yo creo que a la gente le gusta contribuir. Nosotros tenemos un día de trabajo que es el community work. Igualmente, siempre hay actividades puestas en una pizarra y tú puedes anotarte para hacerlas: limpiar un camino o limpiar la fuente, por ejemeplo.

 

Para la gente es gratificante ver el antes y el después de ese trabajo, dejar algo en el pueblo, recogerle el plato a alguien o cocinar para tus compañeros porque el día anterior han cocinado para ti.


JC: Encontramos satisfacción y felicidad en esto, parece que nos olvidamos de cosas muy básicas.


MR: Volvemos a lo de antes, es una cuestión de dar lo que quieres que te den. Darlo tú primero.


Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: Aquí puedes viajar sin salir de Galicia, es una oportunidad para mucha gente de descubrir nuevos mundos y abrir la mente a nuevas realidades.

 

Totalmente, desde un pequeño sitio tener quince o veinte nacionalidades sentadas a una mesa, te despierta muchísimas curiosidades.


MR: Eso es con lo que me quedo, ver a alguien que viene y, en un mes, se va siendo totalmente otra persona. Aquí vino gente que después dejó trabajos, se reinventó o emprendió.


JC: Qué importante parar, ¿verdad?


MR: Sí. Escucharte y escuchar a los demás.


JC: Yo descubrí esto con vosotros dos, ya que parece que hasta que alguien te lo muestra, no te atreves o ni siquiera sabes que existe esa posibilidad. En vosotros veo esa capacidad de priorizaros.


MR: Priorizarnos y mostrar que puede ser verdad, pero hay que estar abiertos a probar.

 

/ Fin especial Maruchi Rodríguez / Lee la de Edo Sadikovic aquí.

 

Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: A veces, parece que hay que empezar con todo; es evidente que lo importante es ese primer paso, aunque sea pequeño. Empezasteis con un fin en mente, pero creo que estáis por encima de lo que hubieseis soñado, ¿cuáles son los próximos diez años?


MR: Los próximos diez años vemos esto igual, lleno, con gente creando.

 

Intento no tener planes a largo plazo porque a veces ahí es cuando te vienen las expectativas, la perfección.


Yo, por lo menos, voy año a año, mes a mes y poco a poco. Siempre decimos que hemos creado Sende para que dure toda la vida. Entonces, que siga.

 

Es un proyecto pequeño, pero ya es más grande que nosotros dos.


Maruchi Rodríguez (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

ES: Aunque ahora estamos con Sende Portugal, no queremos que Sende crezca, creo que se va a acabar ahí, lo queremos es que la idea de Sende crezca, que todo el mundo pueda montar algo parecido en el mundo y ese movimiento ya empezó. Ya hay colivings creándose gracias a Sende, gente que está estudiando cómo funciona para crear el suyo y esa es nuestra idea, que siga por el mundo sin nosotros.


Estamos montando Sende en Portugal y ni siquiera nosotros podemos copiar este Sende, no es una idea que se copie, va a ser otro sitio único, de otra manera, cada uno debe crear su Sende, a su manera, único, con el fin de que cultural o económicamente ayude a las personas de una aldea y a las que llegan a ella.


Muchas fundaciones hablan de cómo salvar una aldea, y esto es algo sostenible, que funciona. Después de diez años podemos decir que funciona desde el inicio; sin subvenciones, sin bancos. Creo que el secreto de crear un negocio es entender las necesidades de los demás; no son quienes conocen Facebook ads u otras herramientas, sino las personas que conocen la cultura de un pueblo, de sus personas y sus necesidades. Creo que los mejores emprendedores del mundo, quienes cambian el mundo con sus proyectos, son quienes encuentran una necesidad y la cubren, la resuelven.


JC: Hablé con Agus y Afri, de Anceu coliving, y me dijeron: «yo no sé si son conscientes de que la mayoría de los colivings del rural que hay por toda Europa existen gracias a ellos»


Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Creo que no es tanto adónde se quiere llevar un proyecto, sino con qué propósito nace. Habéis impactado en las miles de personas que han visitado Sende, y también en la aldea en sí misma, animando a visitantes a reformar una fuente para todo el pueblo, despejar un camino para la gente mayor o limpiar la poza para que la use toda la comunidad, ¿qué trasladaríais a la sociedad si os pudiese escuchar?


ES: Agus y Afri son maravillosos y su proyecto es increíble; nos alegra que alguien así venga aquí y flipe. No es fácil descubrir algo nuevo e investigarlo tan profundamente para crear algo parecido que impacte en otro lugar. Nos alegra que haya gente que venga aquí así, que le guste y que luego lo monte. Nos pasó hace muy poco con una chica en Georgia.


MR: La gente con el coraje de replicar me parece bestial. Claro, es que ahora hablamos con una perspectiva de diez años tras el proyecto, pero son todo pequeños pasos, pequeñas partes.


ES: A mí lo que me motiva ahora es que, de todo lo que hicimos aquí, la mayoría de la gente nos dijo que era imposible. Para mí, cuando tengo una idea y la mayoría de la gente me dice que es imposible, es casi una motivación.

 

Vinimos aquí y la gente nos decía «¿qué vais a hacer en ese pueblo fantasma?, ¿qué vais a hacer sin internet?», todo lo que hicimos era un reto que todo el mundo creía imposible.


Edo Sadikovic (Sende) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Al final lo hicimos, a nuestra manera, construimos cosas que normalmente para las personas son imposibles, y yo aprendí de eso.


Creo que es importante no escuchar mucho a esa gente y vivir rodeado de las personas que te van a decir: sí, esto es posible. Sende ahora es un sitio donde la mayoría de la gente, cuando viene a una cena y dice que tiene una idea de un proyecto loco, se encuentra con un grupo en el casi nadie te va a decir «no».


El 90% del mundo te va a decir que algo no es posible, esto tenemos que saberlo y vivir en paz con ello. En el mundo hay mucho hater, pero quien mueve el mundo es el 10% de personas restantes que hacen cosas. Nosotros queremos estar en este lado.


Gracias por su visita.

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Puedes ver el vídeo completo del encuentro.

Producción realizada por miraveo.

 

Consulta las fotografías de la entrevista. Sesión realizada por Ricardo Lede.

 

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